FUNDAMENTOS DE LA PROPUESTA GANADORA

Presentada por los alumnos del Instituto Argentino de Ceremonial y Relaciones Públicas INARCE de Córdoba Capital, dependiente de DGIPE.

Conformación de tres bandas verticales proporcionales, roja a la izquierda, blanca al medio y azul celeste a la derecha. En el “Año del Bicentenario” propusimos hacer un rescate histórico de los colores artiguistas, presentes en nuestra primera bandera provincial (principios del siglo XIX) y en la creada por la Legislatura Provincial (año 1986) y posteriormente vetada. Asimismo, y dada la actual integración de Córdoba a la Región Centro, buscamos en el empleo de los colores propuestos, lograr una unidad de imagen y de armonía visual con las banderas de las provincias de Entre Ríos y Santa Fe ( rojo, azul celeste y blanco), ratificando así nuestra voluntad política de afianzar y avanzar juntos en la integración regional de cara al futuro.
Incorporamos como elemento diferenciador la silueta del “Sol Jesuítico”, que con sus 32 rayos (16 rectos y 16 ondulados, dispuestos alternadamente) es coincidente desde lo gráfico con la del “Sol Inca” o “Sol de Mayo” presente en nuestra bandera nacional y busca reflejar la impronta política, social, educativa, cultural y religiosa que los jesuitas dieron, a lo largo de la historia, a Córdoba, y cuyo legado patrimonial ha sido reconocido por la UNESCO, a fines del año 2000, como “Patrimonio de la Humanidad”.
El Rojo, color predominante en nuestro escudo fundacional, representa la sangre derramada en nuestra luchas pero también es el color de la divisa del federalismo que Córdoba abrazó.
El Azul Celeste recuerda la contribución al proceso de emancipación nacional, representa a la vez los espejos de agua como recursos hídricos de nuestra provincia. El Blanco señala la identidad de convivencia de nuestro pueblo que se nutrió de numerosas corrientes inmigratorias, que crecieron apoyándose e integrándose en paz, formando un verdadero crisol social y que mancomunadamente vuelan hacia los vientos de la civilización y progreso.

lunes, 11 de octubre de 2010

La Importancia de la Memoria – Lic. Noelia Silvetti

Si decimos que la cultura es la fuente de la identidad, debemos ver a la memoria como su nutriente. La memoria es el sustento de la identidad, hasta tal punto que la  perdida de memoria o el olvido tiene como consecuencia pérdida de identidad.  Es por ellos que las representaciones de las identidades son inseparables del sentimiento de continuidad temporal.
Indudablemente, la memoria se aprende y necesita ser reavivada constantemente. Se la aprende mediante procesos generacionales de socialización, que es lo que se conoce como tradición, es decir el proceso de comunicación de una memoria de generación en generación. Además como dijimos la memoria necesita ser constantemente reactivada para evadir la permanente amenaza del olvido, este es el papel que juegan las conmemoraciones y otras festividades semejantes, las que constituyen  por decirlo de alguna manera la memoria en acción.
El contexto festivo que nos toca vivir en este año del bicentenario hace más que comprensible el párrafo precedente. Este 25 de mayo en particular ha servido a través de las diversas expresiones que ha tomado su conmemoración para reavivar nuestra memoria y reforzar nuestra identidad. Pero cabe destacar que no sólo la memoria nacional es la que se ha reavivado y no sólo la identidad nacional es la que se a reforzado, sino también las provincias han hecho un balance sobre su historia en los últimos 200 años.
Pero que las provincias refuercen sus identidades no implica que debiliten la identidad nacional, ya que como dice Conrad P. Kottak, “aunque las personas de una misma sociedad o nación compartan una tradición cultural, todas las culturas contienen también diversidad. Los individuos, las familias, los pueblos, las regiones, las clases y otros subgrupos dentro de una cultura tienen diferentes experiencias de aprendizaje al mismo tiempo que comparten otras.”
Si retomamos lo que dijimos al comienzo de que cultura e identidad son indisociables, entonces la diversidad cultural también se manifestará en una pluralidad de identidades.
Identidades que necesitan manifestarse para no caer en el olvido y una forma de evitar esto es encontrar elementos que nos sirvan para recordarnos siempre que tenemos un pasado en común y un presente compartido, así como un proyecto de futuro que debemos llevar adelante conjuntamente.
Que hoy todos nos encontremos desde diferentes lugares embarcados en el proyecto de dotar a nuestra provincia de una bandera, no es otra cosa más que un acto de toma de conciencia de quienes somos hoy, quienes fuimos ayer y quienes soñamos ser mañana. Nuestra bandera será el símbolo que represente nuestra identidad. La bandera que logremos enarbolar será un legado para las generaciones venideras, las que deberán tomar nuestro lugar en el futuro como custodios de la memoria que hoy intentamos perpetuar.

Fuentes:

Conrad P. Kottak, ANTROPOLOGÍA, Una exploración de la diversidad humana con temas de la cultura hispana, Madrid,  McGraw-Hill, 1994.

GIMÉNEZ, Gilberto, “Cultura, identidad y memoria. Materiales para una sociología de los procesos culturales en las franjas fronterizas”, Frontera Norte, Vol. 21, nº 41, enero-junio, 2009.


GIMÉNEZ, Gilberto, Estudios sobre la cultura y las identidades sociales, México, Consejo nacional para la Cultura y las Artes/Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), 2007.

GIMÉNEZ, Gilberto, “La cultura como identidad y la identidad como cultura”, III Encuentro Internacional de Promotores y Gestores Culturales, Guadalajara-México, 2005.

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